1948
enero: 1 a 4 en
el Rialto
enero: 5 a 8 en
el Frontón
Fueron ocho días en Logroño en los que
¡Nunca hubo una mujer como Gilda!", vamos, ni de lejos.
Los jóvenes logroñeses que iniciaban entonces la pubertad estuvieron
hechizados con Rita Hayworth una semana larga, y hasta algunos pidieron en casa que les graduaran la vista. pues no veían nada bien lo que otros comentaban de las carteleras de Gilda en la calle de Portales.
Acostumbrados como estaban, los cinéfilos de la población, a la rutina de películas de producción ncional, cuando llegaban de otras latitudes cintas destacadas, el rumor y los comentarios se disparaban. Veían e imaginaban mucho más de lo que en realidad había. Se creaba un ambiente que nadie, ni censura, confesores y moralistas circunstanciales, podían encauzar.
Sucedió con
Gilda, la película que comentamos, pero también con otros estrenos de los cuarenta.
Rebeca, de Hitchcock, fue otro caso, aunque más intelectualizado, como también
El prisionero de Zenda o
Casablanca, así como con algunas otras menos aclamadas que llegaron al corazoncito de cada uno suavizando los problemas de estos malos años.