Cuando Ernesto Reiner, en sus paseos turísticos por los pueblos y villas de La Rioja reflejaba, en sus artísticos dibujos, lo más singular de cada uno, en el otoño (20 de octubre) de 1982 se fijó, al llegar a Santa Coloma, en esta 'Casona' aituada entonces en la 'Plaza del Palacio'. Hoy, 2014, ya desaparecida.
No sabemos si este espacio -esta 'Casona'- tuvo algo que ver con las reuniones celebradas en la villa entre el 8 y el 16 de diciembre del año 1812, y cuyas 'Actas', en forma de cuatro documentos manuscritos, llegaron a la Comisión de la "Gobernación de la Península" de las Cortes de Cádiz, en febrero de 1813. Tampoco esta cuestión importa demasiado.
Lo destacado de estos escritos publicados en el libro es que recogen perfectamente lo que pasaba en La Rioja en aquel invierno de 1812.
Por un lado se vivía un problema coyuntural y externo emanado de "la segunda revolución" (la guerra contra los franceses de Napoleón) y por otro una inquietud estructural e interna, la carencia de autonomía administrativa propia ("provincialismo", en el lenguaje político del momento).
La coyuntura real bélica dura un lustro, aunque sus consecuencias, de uno y otro signo, sean más persistentes y perniciosas. Por ella se llegan a Santa Coloma los Comisionados de más de medio centenar de poblaciones riojanas y se preside por un Jefe militar. Para resolver sus problemas se eligen primero ocho "Electores" y éstos seleccionan a cuatro Diputados titulares (dos por La Rioja Alta y dos por La Rioja Baja) para encargase del "arreglo" (del reparto entre las poblaciones de las 'contribuciones' a pagar para el soporete de las tropas) de la intendencia militar.
En este contexto de reuniones brota el problema estructural:
la carencia de administración propia, que venía manifestándose en La Rioja por lo menos desde 1784 en las Juntas de Fuenmayor reunidas en la casa-habitación de don Francisco Antonio de Tobía y Ubago.
Los ocho electores salidos de la Junta General del día 8 aprovechan para componer el día 16 el documento 'estrella' de los escritos de Santa Coloma. La dolida "Exposición" en la que en un largo exordio reúnen toda 'la aflicción' que padecen los riojanos con la guerra y que nadie se ha ocupaado de ellos.
Ergo, pedimos ser una "provincia autónoma de la monarquía española".
El "provincialismo riojano " dió un pasó más, en éste caso muy sólido y significado, y aunque quedara en el olvido durante más de siglo y medio, al renacer influyó poderosamente en el sentir 'autonomista riojano'.