La literatura  oficial, de dentro y de fuera, sobre la 
Sociedad  Económica de La Rioja Castellana de los primeros años del nuevo siglo, pinta  una Institución acechada por “obstáculos” (“funestos golpes que amenazaban a  esta Sociedad” dice el Obispo Aguiriano) de todo signo. El “espíritu de  Fuenmayor” había marcado al Camino carretil por la línea meridional del Ebro  como objetivo prioritario de sus atenciones, pero también había dejado la  puerta abierta para “romper” otros caminos por variados “rumbos”. Como el  segundo objetivo, después de una década, se quedó en nada, y la conclusión del  “Camino” de Logroño hacia Santander se había demorado más de lo esperado, las  distintas opiniones y posiciones de los Apoderados de cada una de las  municipalidades que llegaban hasta las Juntas Generales, hicieron tambalearse  hasta el  mismo al proyecto estrella, al  negarse varios pueblos a pagar las “cargas” o contribuciones para tal fin. En  el mes de mayo del primer año del nuevo siglo (1801) aún se celebró la Junta  General de la Sociedad “según costumbre”, es decir, bajo el sistema  representativo asambleario de Apoderados de cada uno de los pueblos, y aunque  se dio “comisión de S.M.” a S. I. el Obispo de Calahorra y La Calzada para  presidirla, las querellas no se atemperaron ni se apagaron. Por ello, y por  consejo del Obispo Aguiriano, el Primer  Secretario de Estado, Pedro Cevallos, dictó una 
Real Orden (22-VII-1801) en la que daba por finalizado o muerto el  modelo organizativo del “espíritu de Fuenmayor” y con ella se iniciaba otra  etapa marcada por un nuevo sistema representativo y de gobierno de la 
Sociedad Económica de La Rioja Castellana,  al que yo llamo el de los “probos” y en su época fue conocido como el de 
La Real Comisión. ¿En qué consiste?
   
   Las “benéficas e  ilustradas ideas” propuestas por el Obispo Francisco Mateo Aguiriano y Gómez a  los poderes de la Corte establecían que la “Sociedad sea representada por una  Junta permanente compuesta de veinte individuos residentes y cosecheros de los  pueblos de su demarcación en quienes el celo, honor e instrucción aseguren al  País el más exacto y ventajoso cumplimiento”. En síntesis venía a decir que se  terminaron aquellos “espectáculos callejeros” que se vivieron en Fuenmayor a  finales de los ochenta, en los “Estados” del Conde de Hervías y en esas otras villas  y ciudades riojanas en los noventa, cuando se celebraban las 
Juntas Generales de la Sociedad dieciochesca.  Se respetó parcialmente, sin embargo, el sistema de elección de los Socios y la  territorialidad representativa de los espacios al no hacerse distingos entre electos  de Capitales y de pueblos adyacentes. El sistema inicialmente demarcaba “cuatro  territorios” con cabezas en Logroño, Nájera, Santo Domingo de La Calzada y  Haro-Briones, añadiéndose después, en 1804, una vez resueltos los problemas  fiscales, el de Calahorra. Cada uno de los “territorios” debía elegir tres Individuos  (4 x 3 = doce en total), a los que se añadirían el resto (ocho más hasta  veinte) por nombramiento, aunque de tal forma que ninguna zona o ”territorio” superara  los siete “probos”. Todos, decía el Real Decreto, serán “elegidos por primera  vez y a perpetuidad”, reglamentando además las posibles sucesiones cuando  alguno “falleciere o se retirase”, así como igualmente la distribución de los cargos  internos. Se reserva, también a perpetuidad, la dirección del nuevo proyecto a  nuestro Obispo Don Francisco Mateo Aguiriano y Gómez, al nombrarle Presidente.
   
   En el “Palacio Episcopal” de Logroño y en alguna de sus estancias o salones, en  los primeros años del XIX, según dicen las 
Actas,  los “probos” que formaban la Comisión de la 
Sociedad  Económica de La Rioja Castellana, bajo la Presidencia del Obispo Aguiriano,  confraternizaron, parlamentaron, debatieron y acordaron sobre lo que ellos  pensaban que era o debía de ser La Rioja en su época y en el futuro. 
     Septiembre de  1805 en el Palacio Episcopal anterior. Están reunidos los días 2, 3 y 4, en  sesiones de mañana y tarde, diecinueve “probos” de los “cinco territorios” riojanos  para celebrar la 
Junta General Ordinaria  de la Sociedad Económica de La Rioja Castellana de ese año. Preside, como  en los tres años precedentes y los dos posteriores, el Ilmo. Sr. Obispo de  Calahorra y La Calzada (1) Don Francisco Mateo Aguiriano y Gómez, y toma notas,  como Secretario, para redactar las 
Actas,  (2) el propietario logroñés Don Juan Francisco Adana y Bustamante. El resto de  los congregados han llegado hasta el Palacio Episcopal como representantes electos  de variadas poblaciones de La Rioja para desempeñar en esta fecha los distintos  cargos. (3) Don Benito Fernández Navarrete y Jiménez de Tejada, electo en 1802  por Santo Domingo de la Calzada, es el Vice-Presidente. Los Diputados “de turno”  son ahora los cuatro Socios electos por el “territorio” de Haro-Briones: (4) Don  Félix Ponce de León, (5) Don Ignacio Ramón de Crespo, (6) Don Hilario García de  Abienzo y (7) Don Manuel Martínez de Pisón. Los diez Socios restantes presentes  en las sesiones de la Junta han sido elegidos por poblaciones del resto de cuatro  de los cinco “territorios” de la Sociedad. (8) Juan Antonio Llorente, y (9) Don  Marcelino Lizana Martínez de Artieda  por  el de Calahorra; (10)  Don Nicolás de la  Mata, (11) Don Martín Josef Fernández de Navarrete, (12) Don Domingo Antonio de  Castilla, (13) y Don Diego Manuel de Moreda por el de Logroño; (14) Don Antonio  Martínez Medinilla; (15) y Don Manuel de Gobeo por el de Haro-Briones; y (16) Don  Miguel Antonio de Tejada Otálora y (17) Don Francisco Antonio de Salazar por el  de Santo Domingo de La Calzada. Y finalmente dos asistentes son ex-diputados de  La Sociedad: (18) el ya conocido Don Santiago Vicente del Barrio y (19) Don Marcelino  Arnedo. Se abren cada una de las sesiones diarias invocando el auxilio del  Espíritu Santo cantando el grupo “el Himno 
Veni Creator Spiritus y demás preces acostumbradas”.  Tras el saludo de S.I. el Obispo se da paso a las excusas y justificaciones de  los otros ocho Señores Socios ausentes, que son:  (1)  Don  Ignacio Marrón, (2) Don Andrés Mariano de Cerezo y Muñoz y (3) Don Félix  Fernández de Bobadilla por el “territorio” de Nájera; (4) Don Miguel de Raón y (5)  Don Manuel Mancebo y Raón por el de Calahorra; (6) Don Andrés Bujanda de  Medinilla por el de Logroño; (7) Don Manuel Valdivielso por el de Santo Domingo  (¿); y finalmente (8) Don Agustín de Villodas por el de Haro-Briones.
 He  seleccionado las sesiones de esta Junta de la 
Sociedad Económica Riojana por ser el modelo más depurado de todas  las celebradas en este sexenio (1802-1907) por la Comisión de los “probos”. Y  es que por primera vez participan en las sesiones de la Junta riojanos electos  en representación de los “cinco territorios”. Se encuentran también las razones,  o los problemas, de por qué los representantes del “territorio” de Calahorra  llegaron tan tarde a la Institución y a sus Juntas. Podemos averiguar, asimismo  por primera vez, cuáles son las intenciones para señalar ahora cómo debía de  ser “la verdadera extensión territorial de La Rioja”. Y finalmente, con la  enumeración de los asistentes y los ausentes (justificados) a la Junta de 1805,  más los nombrados en éste y el año siguiente, podremos definir o biografiar a  aquellos “probos” o árboles más frondosos del  pequeño bosque que forma la 
Comisión de la Sociedad Económica de la  Rioja Castellana en estas fechas.