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El obispo de Calahorra y los "probos"
1802-1807

Panorámica de Calahorra: 1854

Panorámica de Calahorra
Calahorra pintoresca: 1854

Cuarenta días antes de la semana primaveral en la que nació “El espíritu de Fuenmayor” (8 al 13-V-1790), Don Francisco Mateo Aguiriano y Gómez fue designado “Pastor” (29-III-1790) del “vasto Obispado” del “dichoso suelo, que le recibió al nacer”. (Palabras del carmelita descalzo en la Oración fúnebre en las solemnes exequias celebradas en la Catedral de Calahorra en 1813 por la muerte del obispo).



Venía para ocuparse del cuarto millón de “almas” de los 617 pueblos y 655 parroquias, de los 91 conventos y los más de cinco mil religiosos, moradores en donde entonces llamaban Rioxa, en buena parte de Álava y Vizcaya y en algunos territorios de Guipúzcoa y de Navarra, que componían en esas fechas (Guía del Estado Eclesiástico Seglar y Regular de 1805) la Diócesis de Calahorra y La Calzada. El nuevo Ilmo. Sr. Obispo había nacido en Alesanco (15-IX-1742) (La Rioja); se había formado fuera (Toledo); adquirido experiencias pastorales en las colonias americanas (México); y sobre todo se había integrado en las élites cortesanas dieciochescas al ser nombrado Obispo de Tagaste in partibus y Auxiliar de Madrid (1789) por la inspiración e influencias del Arzobispo de la Sede Primada de Toledo.

Llega a su tierra natal con cuarenta y siete años y medio, y hasta que no empieza el siglo XIX, ya a un paso de ser sexagenario, se ocupa casi en exclusiva de su misión pastoral diocesana, en especial en los años más tormentosos de la Guerra contra los franceses de la Convención (1793-1795). Alerta en algunos de sus escritos, -Carta… con motivo de la presente guerra con Francia –MDCCLXXXXIII-, sobre “los libros infames” de esas “gentes peligrosas” (cita a “Voltayre, Rouseau, Baile, Alambert, y otros filósofos impíos” -sic--) cuyas ideas, dice, atizaron la revolución en “el impío país” vecino del norte. Pero no es esta década finisecular, ni tampoco estos temas ideológicos, los que me interesan ahora sobre la biografía del Obispo de Calahorra y La Calzada que trato. Examino aquí aquellos actos, cuestiones y preocupaciones principales que desarrolló y vivió el Obispo Aguiriano de forma directa o indirecta para influir, cuando estaba avecindado en Logroño y Calahorra o después de su muerte, en el nacimiento de La Rioja como demarcación administrativa provincial propia en el conjunto del Reino.



Diócesis de Calahorra: 1805
Diócesis de Calahorra
Publicaciones del Obispo
Carta< Pastoral
Carta Pastoral contra la guerra de la Convención

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bicente

¿Qué sabes del provincialismo riojano?

La literatura oficial, de dentro y de fuera, sobre la Sociedad Económica de La Rioja Castellana de los primeros años del nuevo siglo, pinta una Institución acechada por “obstáculos” (“funestos golpes que amenazaban a esta Sociedad” dice el Obispo Aguiriano) de todo signo. El “espíritu de Fuenmayor” había marcado al Camino carretil por la línea meridional del Ebro como objetivo prioritario de sus atenciones, pero también había dejado la puerta abierta para “romper” otros caminos por variados “rumbos”. Como el segundo objetivo, después de una década, se quedó en nada, y la conclusión del “Camino” de Logroño hacia Santander se había demorado más de lo esperado, las distintas opiniones y posiciones de los Apoderados de cada una de las municipalidades que llegaban hasta las Juntas Generales, hicieron tambalearse hasta el  mismo al proyecto estrella, al negarse varios pueblos a pagar las “cargas” o contribuciones para tal fin. En el mes de mayo del primer año del nuevo siglo (1801) aún se celebró la Junta General de la Sociedad “según costumbre”, es decir, bajo el sistema representativo asambleario de Apoderados de cada uno de los pueblos, y aunque se dio “comisión de S.M.” a S. I. el Obispo de Calahorra y La Calzada para presidirla, las querellas no se atemperaron ni se apagaron. Por ello, y por  consejo del Obispo Aguiriano, el Primer Secretario de Estado, Pedro Cevallos, dictó una Real Orden (22-VII-1801) en la que daba por finalizado o muerto el modelo organizativo del “espíritu de Fuenmayor” y con ella se iniciaba otra etapa marcada por un nuevo sistema representativo y de gobierno de la Sociedad Económica de La Rioja Castellana, al que yo llamo el de los “probos” y en su época fue conocido como el de La Real Comisión. ¿En qué consiste?

Las “benéficas e ilustradas ideas” propuestas por el Obispo Francisco Mateo Aguiriano y Gómez a los poderes de la Corte establecían que la “Sociedad sea representada por una Junta permanente compuesta de veinte individuos residentes y cosecheros de los pueblos de su demarcación en quienes el celo, honor e instrucción aseguren al País el más exacto y ventajoso cumplimiento”. En síntesis venía a decir que se terminaron aquellos “espectáculos callejeros” que se vivieron en Fuenmayor a finales de los ochenta, en los “Estados” del Conde de Hervías y en esas otras villas y ciudades riojanas en los noventa, cuando se celebraban las Juntas Generales de la Sociedad dieciochesca. Se respetó parcialmente, sin embargo, el sistema de elección de los Socios y la territorialidad representativa de los espacios al no hacerse distingos entre electos de Capitales y de pueblos adyacentes. El sistema inicialmente demarcaba “cuatro territorios” con cabezas en Logroño, Nájera, Santo Domingo de La Calzada y Haro-Briones, añadiéndose después, en 1804, una vez resueltos los problemas fiscales, el de Calahorra. Cada uno de los “territorios” debía elegir tres Individuos (4 x 3 = doce en total), a los que se añadirían el resto (ocho más hasta veinte) por nombramiento, aunque de tal forma que ninguna zona o ”territorio” superara los siete “probos”. Todos, decía el Real Decreto, serán “elegidos por primera vez y a perpetuidad”, reglamentando además las posibles sucesiones cuando alguno “falleciere o se retirase”, así como igualmente la distribución de los cargos internos. Se reserva, también a perpetuidad, la dirección del nuevo proyecto a nuestro Obispo Don Francisco Mateo Aguiriano y Gómez, al nombrarle Presidente.

En el “Palacio Episcopal” de Logroño y en alguna de sus estancias o salones, en los primeros años del XIX, según dicen las Actas, los “probos” que formaban la Comisión de la Sociedad Económica de La Rioja Castellana, bajo la Presidencia del Obispo Aguiriano, confraternizaron, parlamentaron, debatieron y acordaron sobre lo que ellos pensaban que era o debía de ser La Rioja en su época y en el futuro.

Septiembre de 1805 en el Palacio Episcopal anterior. Están reunidos los días 2, 3 y 4, en sesiones de mañana y tarde, diecinueve “probos” de los “cinco territorios” riojanos para celebrar la Junta General Ordinaria de la Sociedad Económica de La Rioja Castellana de ese año. Preside, como en los tres años precedentes y los dos posteriores, el Ilmo. Sr. Obispo de Calahorra y La Calzada (1) Don Francisco Mateo Aguiriano y Gómez, y toma notas, como Secretario, para redactar las Actas, (2) el propietario logroñés Don Juan Francisco Adana y Bustamante. El resto de los congregados han llegado hasta el Palacio Episcopal como representantes electos de variadas poblaciones de La Rioja para desempeñar en esta fecha los distintos cargos. (3) Don Benito Fernández Navarrete y Jiménez de Tejada, electo en 1802 por Santo Domingo de la Calzada, es el Vice-Presidente. Los Diputados “de turno” son ahora los cuatro Socios electos por el “territorio” de Haro-Briones: (4) Don Félix Ponce de León, (5) Don Ignacio Ramón de Crespo, (6) Don Hilario García de Abienzo y (7) Don Manuel Martínez de Pisón. Los diez Socios restantes presentes en las sesiones de la Junta han sido elegidos por poblaciones del resto de cuatro de los cinco “territorios” de la Sociedad. (8) Juan Antonio Llorente, y (9) Don Marcelino Lizana Martínez de Artieda  por el de Calahorra; (10)  Don Nicolás de la Mata, (11) Don Martín Josef Fernández de Navarrete, (12) Don Domingo Antonio de Castilla, (13) y Don Diego Manuel de Moreda por el de Logroño; (14) Don Antonio Martínez Medinilla; (15) y Don Manuel de Gobeo por el de Haro-Briones; y (16) Don Miguel Antonio de Tejada Otálora y (17) Don Francisco Antonio de Salazar por el de Santo Domingo de La Calzada. Y finalmente dos asistentes son ex-diputados de La Sociedad: (18) el ya conocido Don Santiago Vicente del Barrio y (19) Don Marcelino Arnedo. Se abren cada una de las sesiones diarias invocando el auxilio del Espíritu Santo cantando el grupo “el Himno Veni Creator Spiritus y demás preces acostumbradas”. Tras el saludo de S.I. el Obispo se da paso a las excusas y justificaciones de los otros ocho Señores Socios ausentes, que son:  (1)  Don Ignacio Marrón, (2) Don Andrés Mariano de Cerezo y Muñoz y (3) Don Félix Fernández de Bobadilla por el “territorio” de Nájera; (4) Don Miguel de Raón y (5) Don Manuel Mancebo y Raón por el de Calahorra; (6) Don Andrés Bujanda de Medinilla por el de Logroño; (7) Don Manuel Valdivielso por el de Santo Domingo (¿); y finalmente (8) Don Agustín de Villodas por el de Haro-Briones.

He seleccionado las sesiones de esta Junta de la Sociedad Económica Riojana por ser el modelo más depurado de todas las celebradas en este sexenio (1802-1907) por la Comisión de los “probos”. Y es que por primera vez participan en las sesiones de la Junta riojanos electos en representación de los “cinco territorios”. Se encuentran también las razones, o los problemas, de por qué los representantes del “territorio” de Calahorra llegaron tan tarde a la Institución y a sus Juntas. Podemos averiguar, asimismo por primera vez, cuáles son las intenciones para señalar ahora cómo debía de ser “la verdadera extensión territorial de La Rioja”. Y finalmente, con la enumeración de los asistentes y los ausentes (justificados) a la Junta de 1805, más los nombrados en éste y el año siguiente, podremos definir o biografiar a aquellos “probos” o árboles más frondosos del  pequeño bosque que forma la Comisión de la Sociedad Económica de la Rioja Castellana en estas fechas.