Es el primer hecho destacado de la contemporaneidad riojana. Después de casi siglo y medio de Regidores perpetuos -concejales del Ayuntamiento propietarios del cargo por compra-, en julio de 1801 los gremios ciudadanos -silleros, basteros, mesoneros, maestros de obra prima, hortelanos, boteros, artífices plateros, mercaderes y comerciantes- las compran, y pasan a ser propiedad del común, así como electivos por anualidades entre todas las clases productivas. Estamos ante un cambio radical en la estructura de poder de la ciudad, ya que los doce regidores del Ayuntamiento acceden al cargo por elección. Son los momentos históricos más destacados del municipalismo político que también se manifiesta en otras áreas.
Se compran las Regidurías por distintas razones, aunque siempre subyace las motivaciones económicas. En unos casos de tipo estructural: la pérdida de una economía basada en la venta del vino, y en los más, con bases infraestructurales del tipo de alegatos de corrupción, - los Regidores perpetuos se aprovechan de los caudales públicos, desvían los fondos a destinos ajenos a los asignados-; de usos y abusos de poder en forma de prepotencia, despotismo, nepotismo, ... traducidos en mofa para los habitantes de la ciudad; y en mayor número en áreas de política municipal de abastos, arbitrios, impuestos, asuntos sociales (el pósito en especial).
Estas transformaciones políticas fueron caras, pues sus costes rondaron el millón de reales, que se cubrieron con préstamos otorgados en especial por los comerciantes, a devolver después con el cobro de los arbitrios sobre productos de consumo -carne, pescado, vino, ..-. Se estuvieron pagando casi durante veinticinco años (hasta 1824).