Orovio abona en la ciudad de Alfaro (La Rioja) en 1852 unos dos mil reales de contribución rústica
y urbana. Pero esta es únicamente su cuota personal. Si sumamos las de
sus hermanos y las de otros familiares muy cercanos, superan en la misma fecha
y población los quince mil reales.
Manuel Orovio se integra y representa los intereses terratenientes, y esto en
uno de los municipios más latifundistas de La Rioja. Pero si además
consideramos sus alianzas matrimoniales posteriores, la importancia del Diputado
Orovio como representante de la gran propiedad territorial riojana se acrecienta enormemente.
En 1857 casa con Joaquina Fernández Urrutia, hija de uno de los más destacados
propietarios logroñeses y de la provincia: Antonio Fernández Urrutia, el cual
contribuye a mediados del siglo XIX, sólo en la ciudad de Logroño, con un líquido
imponible de 17.421 rs. por propiedades urbanas y otro de 25.313 por propiedades
rústicas, abonando una cuota a Hacienda de 6.636 rs. Y esto sin contar con otras
propiedades distribuidas por varios municipios provinciales.
Más tarde, en los primeros momentos de la Restauración, las redes familiares
orovistas continuaron aumentando en influencia, ya que su única hija, Isabel, se casará con Javier Eulate y Moreda, hijo de otro de los grupos familiares
más destacados por propiedades territoriales de la provincia, el de Rafael Eulate
y Acedo.