SEMBLANZA
"Una vida recta, una trayectoria inflexible, rígida y austera. Amós Salvador contiene una virtud, pareja a las muchas que pudieran señalársele. Le viene de raza el ser liberal, el ser demócrata; mas no en ese sentido caduco y angosto de fin de siglo; sino demócrata y liberal en el amplio y magnífico sentido excelsamente humano, que es de todos los tiempos.
Amós Salvador -por ventura- no es el republicano "de toda la vida", ni encaja entre los tristemente "históricos". En esto estriba, justamente, su mérito singular. Ha ido forjándose y exaltándose día a día, en lucha civil y constante -recia solera celta- siempre en anhelo de superación. Liberal de raza, sintió en su espíritu la marca de los vergajazos de un régimen monárquico, señalado con todas las lacras y todas las inmundicias. En el período de los años indignos de dictadura, formó en el cuadro, magnífico de rebeldías y pleno de promesas, de unos hombres de poderoso intelecto, envueltos en el ambiente -ágora y aula- del Ateneo madrileño. Allí, y entonces, quedaron fundidos dos espíritus, señeros ambos: Azaña y Salvador.
De ese momento arranca, sin duda, la predilección que el más grande de los gobernantes de la República siente por el espíritu culto, liberal, fino y delicado de nuestro paisano.
Azaña, tan gran conductor de pueblos como excelente catador de hombres, tuvo en superlativa estima, en predilección marcada, a Amós Salvador. Uno y otro -juntos siempre- anduvieron el camino, de amarguras sin par y de menguadas satisfacciones cuando no de ingratitudes hondas, que la suerte deparaba a los hombres de nuestra República.
Pero, al fin, esta del dieciséis de febrero, que se ha dado el pueblo con más conciencia que la de hace cinco años, ha colocado a estos dos hombres en lugar prominentísimo; Manuel Azaña acude solícito en busca del amigo y, así Amós Salvador ocupa el Ministerio de la Gobernación; el de máxima confianza y responsabilidad; el eje capital de la vida española en los momentos actuales.
Para que de todo supiera; para que de todas las copas haya gustado, también ha sabido Amós Salvador de las amargas hieles de la calumnia. Digamos, en su honor, que el áspid venenoso de la difamación y de la envidia, se ha removido solo en la reducida ciénaga de algunos de sus paisanos (¿paisanos?), de alma enteca, miserable y carcomida; y tan solo en momentos de exarcebadas pasiones.
Pero allá arriba, en las alturas, troquel verdadero de los hombres, Amós Salvador tiene un valor propio y una reputación firme y bien lograda. Al fin y al cabo, siempre es gran verdad la afirmación de Pope: "Los hombrs más buenos son aquellos en quienes se ha cebado la calumnia". ¡Y cuánto sabe de esto la inmensidad de espíritu que es el señor Azaña¡
Amós Salvador es Ministro de la Gobernación en la República. No se
trata de una exaltación, pues que en una pura democracia, los hombres acuden al puesto que les señala el cumplimiento de su deber, sin perder por ello su calidad de miembros de esta ciudadanía.
La designación de Amós Salvador para el cargo, más nos envanece como republicanos que como amigos; y hasta más que como riojanos. Amós Salvador -prudencia exquisita; liberal y demócrata; republicanismo elevado- es el Ministro de la Gobernación de esta República. Ello nos enorgullece, nos conforta y nos llena el ánimo de seguridad en los destinos de la República.
Llegue al Ministro -a nuestro Ministro- la sincera y fervorosa expresión de estos sentimientos, con el corazón henchido de afecto, de admiración y de respeto. La Rioja entera sabe que el prestigio de la República se halla en buenas manos".
Izquierda Republicana. Organo oficial del partido, Logroño, 24 de febrero de 1936