MÉDICOS RIOJANOS
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1821-1901
Basilio San Martín Olaechea
Un "grande" de la historia de la anestesia
Manuel Bretón de los Herreros - Biografía

José María Mato

Manuel Bartolomé Cossío

OTROS DOCTORES
Basilio San Martín Olaechea
Cenicero (La Rioja) debe estar muy orgulloso por contar con una generación familiar de médicos españoles eminentes a lo largo del siglo XIX y muchas décadas del siglo pasado. En esta página incluimos a uno de los más sobresalientes que cubrió toda la segunda mitad del mil ochocientos con éxito, profesionalidad, fama y reconocimientos.

Su ciclo vital cubre poco más de ochenta años, una edad muy respetable para la época, al nacer en Cenicero el 14 de julio de 1821 y morir en Madrid el 31 de julio de 1901.

Su esquela mortuoria, impresa en la prensa madrileña, resume los principales logros personales de Don Basilio San Martín Olachea, hijo de Agustín y María, así como también el resto de sus relaciones familiares, en la que se señela a otro cenicerense afamado: su nieto, el cirujano, Alejandro San Martín Satrústegui, que llegó a ser Ministro aunque fuera por muy poco tiempo.

El Doctor en Medicina Basilio San Martín estudió la carrera en el Colegio de San Carlos de Madrid con gran aprovechamiento, y por eso incluso antes de licenciarse ya obtuvo un primer premio con un trabajo sobre un adelanto médico reciente en esas fechas que le ha llevado a estar en los primeros puestos de la Historia de la anestesia en España (Joaquín Cortés Laiño). Sus pasos posteriores fueron así: en 1850 terminó la carrera; dos años después obtuvo la plaza de Médico del Real Patrimonio; y en 1854 se doctoró.

Fue académico de número -el 18- de la Real Academia de Medicina desde 1860, cubriendo cuarenta y un años de permanencia, durante los cuales fue votado como Presidente de la misma, en enero de 1887, para cubrir un período de cuatro años y como representate de esta Institución médica en el Senado del Reino en la legislatura de 1893-1894.

Fue médico, como citábamos, al ganar la oposición siendo muy joven, del Real Patrimonio, y también, por recomendación de otro ilustre médico riojano de Leiva, el Dr. Corral, de la familia Real, además de gozar de una numerosa y selecta clientela de particulares. Pero de lo que más orgulloso se sintió fue, por una parte, de ser médico durante casi toda su vida del Colegio Nacional de sordomudos y ciegos y, por otra, de ser Vocal del Consejo Superior Penitenciario y de La Junta Superior de Prisiones, intentando suavizar la rigorosidad y la miseria de los centros y de los penados.

Según se concreta en la página web dedicada por la actual Academia de Medicina a nuestro doctor "no fue muy prolijo en obra escrita". Hay que mencionar, sin embargo, la Memoria presentada para ingresar en la Academia, el Discurso sobre la sordomudez para inaugurar las sesiones de la misma Academia del año 1876, y su Tesis Doctoral bajo el título de Discurso preliminar a la higiene de las pasiones.

Esquela de "El Imparcial;a"