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Real Sociedad Económica de Cosecheros
de La Rioja Castellana

Hacia el régimen liberal
El año 1784 puede considerarse como la fecha clave del nacimiento de la conciencia provincialista riojana. Sin duda existen experiencias anteriores de sus habitantes que comportan tendencias unitarias administrativas, pero nunca habían sido consensuadas ampliamente en el interior de la región, ni refrendadas, lo que es más importante, desde las instancias superiores o Gobiernos.

En 1784 "se reunieron cincuenta y dos pueblos de la Rioja a tratar de los medios de facilitar la extracción de sus cosechas de vino que cada día se aumentaban y mejorarlo"... En la reunión se buscaba, como leemos en el documento, formar una Sociedad con fines eminentemente crematísticos, articulada bajo los intereses vitivinicultores. La respuesta de Su Majestad a esta iniciativa llegó cuatro años más tarde por Real Orden de 25 de enero de 1787, permitiendo la agrupación de "los representantes de los pueblos de Rioja", bajo la supervisión del Señor Intendente de Burgos, para realizar una Junta, que se efectuó el día 16 de abril del mismo año, "en la que se trató de arreglar los Estatutos con que la Sociedad había de gobernarse". Y, en efecto, fueron aprobados por Real Cédula del 12 de abril de 1788: Otra Real Orden del 7 de enero de dos años después, 1790, estableció que la Real Sociedad Económica de la Rioja castellana, como fue denominada, se compusiera de "un comisionado de cada uno de los pueblos de su demarcación". Por fin la Sociedad inició su vida celebrando las primeras Juntas Generales a lo largo de una semana, desde el 8 hasta el 13 de mayo de 1790, en la casa particular de Don Francisco Antonio de Tobía y Ubago vecino de la Villa de Fuenmayor.

Los intereses económicos

Hemos acumulado intencionadamente en el párrafo del encabezamiento todo un conjunto de fechas para poner de manifiesto la dinamicidad de las poblaciones vitivinicultoras riojanas en la penúltima década del siglo XVIII, como ocurrirá también en los últimos años del mismo siglo, para alcanzar iniciativas administrativas conjuntas en la región. Los continuos contactos de estos aproximadamente veinte años entre sus habitantes fomentaron especialmente una integración de intereses gremialistas de este sector económico, finalidad central y última de la Sociedad, pero a la vez auspiciaron unos comportamientos y formas administrativas autónomas -Cargos, libros de Actas y de Cuentas, rituales de la Sociedad, ...-, y sobre todo, una nomenclatura que cimentará más tarde en intenciones y objetivos más elevados.

Por primera vez se oirán en sus reuniones formales, por ejemplo, palabras, incluso pronunciadas por las Autoridades gubernamentales que las presidían, tales como "Junta Nacional de la Rioja Castellana" , "pueblos de su demarcación", ... que implicaban ya unas intenciones ulteriores al plano económico en el que teóricamente se movían. Aquí están, sin duda, los inicios ideológicos y prácticos del que será posteriormente el movimiento provincialista riojano.

A las primeras Juntas celebradas en la villa de Fuenmayor en 1790 asistieron 52 "apoderados" de un total de 54 poblaciones riojanas administradas desde la Intendencia de Burgos, cuyos nombres y correspondencias con sus localidades representadas, se recogen en el Mapa 3 y en el Cuadro 1. Confraternizaron durante una semana seguida, proponiendo, discutiendo, acordando, ... y votando de forma autónoma, sus problemas económicos comunes. La cuestión estrella, y legalmente admitida, era "proponer medios y arbitrios menos gravosos que proporcionen fondos para llevar a efecto el Camino proyectado por el Arquitecto Don Francisco de Echanove ... desde el confín de Logroño con Agoncillo, que se ha de dirigir por esta Ciudad, Fuenmayor, Cenicero, Montalvo, la Estrella, Briones, Jimileo, Haro, hasta el confín de Cellorigo".

Pero además de conferenciar sobre fiscalidad, lo hicieron también sobre otras cuestiones de menos fondo, aunque sustanciales desde otras perspectivas, como son las que a nosotros nos interesan en cuanto impulsoras de la integración del territorio regional al que representaban para una posible posterior administración provincial. Por ejemplo, se acordó solicitar el concurso e integración en la Sociedad del resto de las poblaciones de los partidos burgaleses riojanos con cabeza en Logroño y Santo Domingo, así como hacer lo mismo con aquellas otras consideradas riojanas aunque pertenecientes a la Intendencia o provincia de Soria. Así aparece recogido en las Actas oficiales de la Junta: "se acordó el suplicar a los Señores de la Diputación, que con urbanidad, que les es tan propia, se sirvan pasar sus Oficios persuadiendo, e inclinando a los Pueblos de Cosecha de los Corregimientos de Logroño, y Lacalzada y a los Agregados de esta Rioja Castellana a la Intendencia de Soria a que se unan, e incorporen a esta Sociedad". La cordialidad -"urbanidad"- exigida por los comisionados de la Junta a los Cargos de la Sociedad al tratar el asunto pretende evitar problemas y suspicacias. Más, evidentemente, a la administración central y a la correspondiente división territorial del Reino, que a las propias poblaciones riojanas administradas desde las Intendencias de Soria o de Burgos.

La "llamada" fue exitosa. Aunque no conocemos el ritmo de incorporación de las poblaciones ajenas al núcleo fundador de la Sociedad, coincidente con la mayoría de los municipios hoy considerados de La Rioja Alta, sí sabemos que al final del siglo se reunían más de "ciento cincuenta vocales ... como representantes de otros tantos pueblos", y que éstos correspondían con "todos los pueblos comprendidos en el mapa de Rioja del geógrafo D. Tomás López".

Las intenciones políticas

La Sociedad, pues, cuando se iniciaba un nuevo siglo, había crecido en objetivos al eliminar la exclusividad de tener que ser sus miembros "pueblos de Cosecha". La ampliación supuso problemas en la distribución de inversiones, ya que las poblaciones cosecheras priorizaban los gastos en la construcción del Camino con mayúscula, mientras que las no cosecheras los exigían para "componer los malos pasos que había en cada pueblo". Pero también aportó mayor fuerza reivindicativa al extender su demarcación territorial y, sobre todo, supuso una mayor integración administrativa de poblaciones, básica para cimentar peticiones posteriores. En los litigios entre los "dos intereses distintos que chocaban por no entenderse" triunfó la corriente más poderosa, y también la más tradicional, como siempre había sucedido en otros temas.

Sin embargo, la experiencia participativa no había sido baldía. Y aunque el sistema de representación en la Sociedad por "apoderados" de cada población fue anulado por Real Orden de S. M. el 22 de julio de 1801, se respetó la territorialidad representativa de la misma y sobre todo el espíritu regionalista autónomo emanado a lo largo de estos años. Y no sólo eso, sino que el nuevo sistema orgánico de la Sociedad que nació de esta Orden -nombramiento de "una Junta de veinte individuos a propuesta del Ilustrísimo Obispo de Calahorra (en estas fechas un miembro de la familia de los mayores terratenientes de la región, los Aguiriano, Francisco Aguiriano Gómez) que constituyó Presidente, elegidos entre los más ilustres y celosos de los partidos de Logroño, Nágera, Haro-Briones y Lacalzada, que entonces componían la Sociedad, habiéndose agregado después otros cinco por el partido de Calahorra a instancia de el mismo"- supuso un incremento considerable en la conciencia "emancipadora administrativa", pues estos Cargos se consideraban, y de hecho lo eran, los más favorecidos si se alcanzaba la autonomía en los negocios públicos de las cabezas de Intendencia de Soria y Burgos.

Por ello esta nueva experiencia rectora de la Sociedad Económica fue anulada más rápidamente que la anterior, en menos de un año, por otra Real Orden de 22 de junio de 1802. Por ella se "puso la Sociedad bajo la inspección inmediata y exclusiva del Señor primer Secretario de Estado y del Despacho como Superintendente general de Caminos", y así permaneció hasta la guerra contra los franceses en 1808, fecha en la que se abrió una nueva forma de búsqueda hacia la constitución de la provincia fundamentada por intereses muy distintos de los de ahora defendidos por la Real Sociedad.

El motor de la integración de la Sociedad fue el interés económico de los mayores hacendados riojanos con amplias extensiones en aranzadas de viñedos. Su inquietud por mantener o acrecentar sus beneficios fue, y sigue siendo hoy, una constante del sector vitivinícola riojano. Y para ello en las décadas puente entre el XVIII y el XIX se ayudaron de todo tipo de medios. Hicieron competencia desleal a los demás productos agrícolas de la región sin reparar en sus daños. Exigieron a comerciantes y transportistas -mercaderes y arrieros del momento- cláusulas abusivas en los intercambios. Pero sobre todo presionaron en las altas instancias gubernamentales y se sirvieron de los poderes fácticos a través de las Secretarías de Estado y de los Despachos de los Consejos madrileños. Con estos medios arrancaron Privilegios y Provisiones Reales y formaron agrupaciones proteccionistas del tipo de la Junta de Cosecheros de Logroño y de otras poblaciones, o de la misma Real Sociedad Económica de Cosecheros de la Rioja castellana de la que ahora nos ocupamos.

Retórica de "La Matrona"

Este transfondo fundamentalmente económico de las Juntas de la Sociedad Económica de Cosecheros, sin embargo, se veló con abundante retórica, con pura poesía, como es bien patente hasta en el emblema para sellar sus acuerdos, o mejor aún en el Romance endecasílabo que dirigía a la Real Sociedad de la Rioja Castellana, Don Manuel Pedro Sánchez Salvador y Berrio: leído en las Juntas Generales en Haro el día 8 de mayo de 1796 . "En la margen feliz, que el ancho Ibero con apacible curso fertiliza, noble Matrona descuidada yace al murmurio halagüeño adormecida ..... El cuerno de Amaltea, que en sus brazos era de la abundancia rica insignia, cae en el suelo descuidadamente, y el suelo llora su cercana ruina:"

Como también quedaron ocultas otras muchas intenciones, incluidos hasta los escasos resultados prácticos generales aportados por la Real Sociedad a La Rioja desde sus inicios hasta cerrada la guerra "contra el invasor francés", pese a que unánimemente sus protagonistas, cómo no, y la literatura elaborada después sobre el tema, proclamara su eficacia.

Y es que el rosario de ideas y propuestas tratadas en sus reuniones anuales se quedaron casi siempre en un mero catálogo de buenas intenciones, en cuasi-florituras poéticas, al estilo de estos ocho versos en consonante del mismo Romance mencionado anteriormente: "A Mercurio sagaz su mensagero con presto vuelo del Olimpo envían a disipar el sueño, que a su amada con torpe languidez tuvo oprimida:" ..... "Dexa, la dice, o Rioja, el torpe sueño, en que con gusto, y sin honor yacías; conoce tu interés, y pues los Dioses aman así tu bien, sean tu guía: Prosperarás, no dudes, extrayendo, sigue mi voz, y seguirá tu dicha, dixo, y tornando a la mansión celeste, vio la Matrona levantarse activa".

Pero la "Matrona", entiéndase la Real Sociedad Económica de Cosecheros de La Rioja Castellana, sólo concluyó el Camino desde Logroño "en el confín de Agoncillo ... hasta el confín de Cellorigo". Y no hizo, al "levantarse activa", mucho más con anterioridad a la Guerra de la Independencia.

Sin embargo fueron germinando otras posibles intenciones e intereses, también ahora escasamente diáfanos, pero de gran valor posterior para la búsqueda de una más provechosa, para los intereses de los grandes hacendados, "autonomía provincial administrativa".

Se había conseguido poner en marcha entre los pueblos de La Rioja, aunque no exenta de problemas varios, una cierta unidad esencialmente económica, y sobre ella se fue fraguando otra de tipo muy distinto, pero de más amplios vuelos y posibilidades, que desembocaría en una tendencia integradora de marcado acento político. Si los riojanos podían resolver por sí solos las necesidades de las infraestructuras viarias de su demarcación, ¿por qué iban a tener que acudir a tantas leguas, es decir, a Soria y Burgos, para solventar los asuntos de cualquier otro signo?. Busquemos, pensaron en consecuencia, superar la dependencia administrativa y convertirnos en provincia independiente, con nuestra capital mucho más cerca.

La conciencia provincialista estaba clara. Pero su definición política concreta aún no llegará, aunque la Real Sociedad Económica siguió viva y activa e incluso en las Juntas Generales celebradas en la Ciudad de Logroño el 3 de septiembre de 1805 se definieran los límites territoriales regionales en una Disertación Geográfica del canónigo Llorente para demostrar "qual deva" ser la extensión de la Rioja. Se deberá esperar algunos años, no muchos. Se producirán coyunturalmente otras circunstancias y modos de relacionarse entre las poblaciones riojanas, así como también un relevo generacional de protagonistas que asumirán la conciencia provincialista riojana desde esta óptica, como veremos.