Sexenio democrático

Parece es seguro, sin embargo, que la hostilidad meramente política contra el gobierno isabelino tuvo sus inicios en días anteriores, pues un servidor del trono tan fiel como el logroñés Vicente Fernández-Urrutia, en estas fechas Gobernador Civil de la provicnia, era cesado por Real Decreto el día 23, y sustituido por el brigadier Francisco Garbayo Borres, que reúne el mando de la provincia, como él mismo dice en una dura proclama de presentación a los riojanos, "en los dos conceptos, político y militar".
Y efectivamente en La Rioja se había consolidado la tendencia democrática y republicana, que junto a los progresistas, venían "alejándose" de las participaciones electorales desde 1863. En consecuencia, en La Rioja durante el Sexenio democrático o "revolucionario" -según las distintas denominaciones- se dan durante esta etapa política tres tendencias políticas, que más tarde se amplían:
los moderados tradicionales, durante estos seis años excluidos de la participación política,
los progresistas anteriores, ahora con el nombre de monárquicos-constitucinales, que terminan excindiéndose en los que siguen a Sagasta en el poder central, y los que más tarde siguen las tesis radicales de Ruiz Zorrilla, y
finalmente los demócratas y republicanos, que se separan, con la proclamación de la República en federales y unionistas.
PROGRESISTAS: monárquicos constitucionales
Los progresistas, mayoritarios en La Rioja y especialmente en la ciudad de Logroño, después del triunfo de "La Gloriosa", se sitúan nuevamente en los centros de poder provincial, generalmente para controlar el "movimiento revolucionario". Y esto se comprueba en las "Juntas Eevolucioanrias" formadas, prácticamente siempre presididas por alguno de ellos.
Con la proclamación del "sufragio universal", y abierto un amplio proceso electoral para cambiar los cargos públicos, ràpidamente manifestaron sus diferencias ideológicas y políticas con aquellos que habían sido los artífices del destronamiento de la Reina.
En primer lugar proclaman su preferencia por la forma de régimen monárquico, pero sin los borbones, y ésta será su gran proclama electoral, en especial en las elecciones a Cortes.
Pero evidentemente esto esconde sus profundas diferencias socio-económicas en relación con los anteriores. Siguen fieles a sus ideas burguesas del pasado, sobre todo las manifestadas en el bienio. Y muy conscientes de la fuerza opositora republicana, cuando se convocan las primeras elecciones constituyentes, presentan como candidatos a la plana mayor del progresismo naciona y riojano: Espartero, Olózaga, Sagasta y Domingo Dulce, que son elegidos con un amplísimo margen de votos.
Fieles en los primeros años del sexenio a la monarquía saboyana -con la confirmación y el aplauso de Espartero-, y sin grandes discusiones entre ellos, más tarde, con la dimisión de Amadeo I, se producen las crisis internas con las disputas entre Ruiz Zorrilla y Sagasta, que se confirman también en La Rioja.
El zorrillismo riojano, en forma de Partido Radical, es minoritario en La Rioja, pues por algo Sagasta es riojano. Pero en las últimas elecciones anteriores a la proclamación de la República logran, con el "juego del Ministerio de Goberanción", tres Diputados para el Congreso, con la ayuda tácita de los republicanos, que como fuerza emergente, alcanzan otro, precisamente, en el Distrito de la capital, y en contra del propio Sagasta. Δ
REPUBLICANOS
La fuerza de choque contra la monarquía borbónica fue puesta por los líderes demócratas y republicanos, y sus afectos, que se habían excluido de la política provincial después del desengaño del Bienio Progresista.
Desde el primer momento del destronamiento isabelino se consolidó un grupo cuyos líderes se estructuraron en torno al periódico bisemanal logroñés "El Sol de la República" y que tuvo sus ramificaciones más sobresalientes en las poblaciones industriales de Ezcaray y de Cervera de Río Alhama, con grupos más minoritarios en las poblaciones vitivinícolas de la riebera del Ebro, en especial en La Rioja Alta.
Liderados por los propietarios logroñeses Alberto Ruiz y Royo y Carlos Amusco; el abogado, también residente en Logroño, Francisco Sicilia de Arenzana; y los industriales cerverano Juan Manuel Zapatero y de Ezcaray Pablo Mateo Alemán, lograron activar el espírut político de las capas más bajas de la sociedad riojana, incluyendo a los escasos grupos obreristas organizados, los tipógrafos.
Su presencia en las instituciones se manifestó desde los primeros momentos del Sexenio y perduró durante todos estos seis años. Defienden el republicanismo federal mayoritariamente, aunque alguno de sus líderes es de tendencia unionista. Sus ideas, expuestas en su órgano de prensa,coinciden con el republicanismo nacional pimargalista esencialmente, y se coesionan en torno al lema:
"La libertad está sólo en la Democracia, la democarcia está sólo en la República: la República es sólo verdad en la Federación".
Su fuerza y asentamiento político de manifestó, evidentemente, con la proclamación de la Iª República, por la autoexclusión de moderados y progresistas en la "lucha electoral" constituyente. Δ